Una Cuna para navidad



Se acercaban esas fechas, que aunque se esconden tras un aura de felicidad y fantasía, realmente sacan de nosotros, un punto de tristeza y añoranza. Mantenemos siempre un lugar para aquellas personas que están lejos, o simplemente no están, para aquellos recuerdos de otro tiempo o para aquellos propósitos que se quedaron en el camino.
Los ventolinos, esos duendecillos fantásticos, que entienden el llanto de un recién nacido y que con un soplo de viento transportan los sueños de las personas, los sentimientos de los enamorados y los deseos de quienes están ausentes, se encontraban completamente saturados de trabajo, parecían incapaces de sembrar de sueños el mundo de los mortales. Las personas estaban desanimadas y tristes, vivían sin saber, ni querer saber, de que forma afrontarían aquello que llegaría mañana.
Decidieron entonces, hablar con el Maestro Carpintero y volaron igual que vuela la imaginación de un niño, hasta el taller de los sueños. Volaron por las montañas, por los bosques y a lo largo de los ríos, volaron incluso a través de aquella cueva donde habitaba un Cuelebre.  "Os estaba esperando" les dijo. 
Con lágrimas en los ojos, los ventolinos trataban de explicarle, que las personas estaban tristes, que la ilusión se había esfumado de sus hogares y de sus vidas. " Id allí y traedme cada preocupación, cada pena y cada angustia, traedme cada lagrima y cada suspiro. Volad sin descaso y traedme lo que os he pedido". Los ventolines rápidamente abandonaron el taller de los sueños, y el carpintero comenzó a trabajar.
El maestro, pensó, que sin duda alguna, el nacimiento de un niño, era la mayor expresión de la inocencia, y con ella resultaría mas sencillo despertar todos los sueños e ilusiones. Así que cogió la sierra, su martillo, unas cuanta maderas y por supuesto su lápiz mágico, ese lápiz con el que cada noche desde su llegada al taller de los sueños, dibuja cada uno de los sueños de aquellos que creemos en el, y rápidamente, el carpintero construyo la cuna de un niño. Cuando llegaron los ventolinos, depositaron su mercancía en la cuna. Un ventolin traía la angustia de quien no encontraba empleo, el carpintero respiro profundamente y saco de la cuna las ilusiones renovadas de un nuevo día para conseguir lo que ayer parecía imposible. Otro ventolin trajo la preocupación del estudiante sin futuro, y el carpintero se acercó a la cuna, para sacar un proyecto, pero no uno cualquiera, el mas original y fantástico de los proyectos, arriesgado, pero prometedor y cargado de genialidad. Un ventolin trajo la pena de esa madre que lucha por mantener a sus hijos, y el carpintero saco la mayor de las sonrisas, también sacó un abrazo, siguió buscando y encontró el coraje, entonces le dijo al ventolin, corre, vuela y llévale a esto a su dueña, lo necesita y no hay tiempo que perder. El mas joven de los ventolinos traía las lagrimas de los abuelos y abuelas que ven regresar a sus hijos y a sus nietos buscando cobijo, comprensión y un plato de comida que nunca les negarían. El Carpintero de los sueños, de alguna manera comprendía a estos abuelos, así que deseó llenar su mesa, al menos por una noche de alegría y de buenos deseos, tenía que ser maravilloso ver a toda la familia junta. 

Aunque aun quedaba uno, el mayor de los duendecillos, que llegaba desde las noches mas largas donde alguien suspiraba por la ausencia de esa persona tan importante en su vida….. El carpintero no sacó nada de la cuna, le entregó a cada ventolin un saco lleno de esperanza, de ilusión y de alegría. Quiero recordar que aquella noche, víspera de navidad, un ventolin me susurraba al oído y cuando abrí los ojos, allí estaba el con la mayor de sus sonrisas…. Ahora, si que estábamos todos, cerré mis ojos y pude seguir soñando.
No se vosotros, pero yo cuando pongo el portal de belén en mi casa, desde el momento que pongo la cuna con el niño, parece que el carpintero de los sueños, guarda cada una de mis tristezas y llena de magia mi casa....Feliz Navidad

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