Dedicado a Marco y a Ivan con todo el cariño del mundo pero especialmente "al Tarzán", quien seguro caminara esta madrugá al lado de sus dos hijos y por supuesto del Nazarno de la Isla.
Lo cierto es
que nunca creí contar esta historia, pero supongo que tampoco puedo guardarla
conmigo mucho tiempo. Ocurrió en esos días en los que, desde hace
algunos años el cielo llora incesantemente por la muerte de Cristo, días de
recogimiento, de oración y de penitencia. Son esos días, en los que pase lo que
pase, el tiempo se detiene al ritmo de una marcha, al toque fugaz de un tambor
y a la luz de las velas. Esas velas que una vez alguien me dijo que bailaban
con la música que dos ángeles tocaban. Aún así, yo tampoco sentía grandes
sensaciones en esas fechas, tal vez por no compartir la cultura de este pueblo
tan visceral como creyente, o tal vez por que mi fe se había ido marchitando al
mismo tiempo que mis recuerdos.
Aun así,
esta historia parte de un momento en que mi vida se detiene y yo, de alguna manera
comenzaba a centrarme en un solo momento, en un solo instante. La
"Madrugá" ese reloj marcando las dos, presagiaba de alguna manera el
instante en que mi corazón se quedaba helado, inmóvil esperando la llamada del
capataz. Pude ver el tiempo, pude escuchar el saltar de la aguja del reloj y
justo en ese instante, yo me incorporaba bajo el palo, y dejaba que suavemente
la almohada tocara mi cuello herido y dolorido por el esfuerzo. !Vámonos!, !Al
cielo con el! Un año mas mi Nazareno debía recorrer las calles de su Isla impregnadas de olor a incienso, un año más debía escuchar las saetas que su pueblo le cantaba desde lo mas profundo de su
corazón salinero. Cuando abrazamos la calle, y las suelas de mis zapatos
pisaron la plaza, entre el tocar de las campanas y el bullicio de la gente que se agolpaba en las puertas de la iglesia, pude escuchar su voz curtida y rota. Como
tantas veces..!Que bonito Peesha!. Yo sabia que el no estaba ahí pero lo sentí
tan cerca que no pude evitar incluso
notar su presencia. Un minuto que deseaba, se alargara durante horas. Pero no
fue así .No tardé en despertarme, en abrir los ojos y darme cuenta de que
realmente estaba muy lejos de todo aquello que había sentido, estaba realmente
lejos de cuanto yo había vivido. Aquella noche, tal vez desde el taller de los sueños
alguien quiso contarme este cuento, y no se por que motivo, ni cual era su intención
pero estoy completamente seguro, que hoy alguien en algún lugar del mundo podrá
vivir este sueño, y esta misma "Madrugá" cuando el llamador toque por
tercera vez podrá notar la presencia de aquel que siempre ha tenido a su lado,
de quien sin ningún lugar a dudas caminará toda la noche junto con el Nazareno,
para alumbrar la mañana, y otra vez volver al cielo a esperar que de nuevo
regrese “la Madrugá”.
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